Ayer, mientras hacia la compra de
la semana, como suelo hacer todos lo viernes por la tarde, escuché en el
supermercado, junto a los quesos, una conversación entre una pareja en la que
él animaba a la mujer a comprar un queso de tetilla -"¡que están de
oferta!"-, por supuesto, como buen ratón que soy, no me pude resistir y me
acerqué a coger uno para mí. Justo en ese momento me di cuenta del error y mi
cabeza empezó a elaborar éste y otro artículo más para los que nos gustan llamar
a las cosas por su nombre y aunque parecidos, disfrutamos apreciando las
singularidades de cada producto.
En efecto, no se trataba de un
Queso Tetilla, sino todo un señor queso Denominación de Orixe Protexida San
Simón da Costa. Aunque su forma de pera pueda llevar a error son dos entidades
perfectamente diferenciadas y distintas. El color de la corteza varía desde el
amarillo hasta el pardo y presenta un aspecto de cera, brillante, que delata
una de sus más apreciadas cualidades: el ahumado es una de sus características
claves. Nada más tocarlo ya queda en nuestras manos el olor propio a madera de
abedul y es esta cualidad quizás la nota
predominante que le confiere ese sabor tan deseado.
La historia de su elaboración se
pierde en el oscurantismo cultural de la edad media y no es hasta el siglo XIX
que se recogen las primeras menciones escritas. En 1999 se reconoce de forma
oficial la D.O. y a partir de este momento queda regulada su producción a la
comarca de Terra Chá, en la provincia de Lugo.
Se presenta en dos tamaños
únicos: uno grande, de 800 y 1500 gramos y el pequeño o "bufón" que
suele pesar entre 400 y 800 gramos. La maduración varia de 30 a 45 días según tallas. La
pasta semidura, presenta ligeros toques picante, con poca sal y suave, siendo
el aroma a humo de abedul la principal nota de su degustación.
Para los que hemos tenido la
suerte de poder andar por los campos de las tierras gallegas, es fácil
comprender el profundo arraigo que las queserías representan para esta cultura.
Los eternos prados verdes son el mejor incentivo para la producción de lácteos
de una calidad superior.
Finalmente y retomando el hilo
junto a los quesos en el supermercado, una cosa vino encadenada a la otra y
además del San Simón da Costa, compre un kilo de Mejillón de Galicia y una
botella de vino blanco D.O. Ribeiro. Por menos de 15 euros, una insuperable
cena para dos personas, con todo el sabor que una parte del Camino de Santiago
dejó grabado para siempre en mis recuerdos.
Disfruta del vídeo que he seleccionado
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