Casi sin darnos cuenta alcanzamos
la quincena del mes de diciembre y todo un ambiente navideño llena de luces y
colorido calles y escaparates. Se acerca el tiempo de ir pensando en mesas y
menús que sorprendan y gusten a toda la familia.
Por supuesto que hay grandes
clásicos que no deben de faltar en la mesa pero para sorprender, basta con la
originalidad y amplio abanico de posibilidades que nos brinda la despensa
española. Desde este blog siempre he tratado de defender y situar la pureza de
los grandes sabores por encima de esas recetas laboriosas y complicadas. En
cualquier caso, que cada cual en función de sus habilidades y posibles actúe en
su cocina.
Hoy traigo hasta las páginas de
este blog una de las carnes curadas que cada vez más atrae mi atención. Con un
gran sabor, sin apenas sal y un bajo contenido en calorías, la Cecina de León
cuenta con Indicación geográfica Protegida desde 1994 y su presentación cortada
en finas lonchas en el centro de la mesa resulta irresistible para la gran
mayoría de los comensales.
Ya en siglo IV a. C. Séneca
describió el proceso de elaboración y conservación de estas carnes de vacuno
aunque no sería hasta llegado el siglo XVI cuando su consumo empezaría a
popularizarse por las tierras de León que con clima seco y sano ofrece un marco
inmejorable para el curado de las piezas.
Como cualquier otro alimento
sometido a un proceso de ahumado, la Cecina de León posee en el paladar un
notable toque a madera, como resultado de la leña de encina y roble utilizadas
en el secado. El peso se las piezas oscila entre los 3 y 
Innumerable son las recetas para
cocinar la cecina o presentarla acompañada de uno u otros productos típicos.
Fiel a mis creencias, recomiendo presentarla en finas lonchas de unos 6 o 7 cm sin más complicación que
la de saber acertar con el obligado vino que ayude en la cata. En tapa o plato
de ración seguro que atraerá comentarios y elogios.
Disfruta del vídeo que he seleccionado
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