miércoles, 2 de diciembre de 2015

Queso de Murcia al vino - Ideas con sabor

A veces de la nada y otras como eslabón final de una cadena de pensamientos, las ideas se nos aparecen todos los días como caídas del cielo. La mayoría son desechadas y tomadas como locuras, imposibles o simple sueños inalcanzables, pero las otras, las que quedan, son las que pasan a formar parte de nuestro cuerpo como primera materialización de la energía que corre libre.

Funciona así, siempre ha sido así: el génesis no es más que unos diminutos impulsos eléctricos en nuestras cabezas pero justo es ese momento en el que decidimos retener ese pensamiento en nuestra mente, a partir de aquí, esa idea queda cristalizada en nuestro cerebro atrapada en una red casi infinita de neuronas de universales proporciones. Salvada esta materialización prima y milagrosa, el resto depende por entero de nosotros y nuestra capacidad para aportarle más y más energía hasta conseguir proyectarla a nuestra vida.

Es un momento mágico. Cuando una idea, pensamiento o deseo se hace realidad, cuando lo que imaginábamos, que parece como si quisiera salir fuera de nosotros, se encuentra y toca con su reflejo real que entra en nuestra mente a través de los sentidos, justo es ese momento en el que hacemos realidad nuestro sueño, somos capaces de entender durante unos segundos el inmenso poder que se nos ha dado.


Ideas, las hay de todos los tipos y formas pero algunas mucho más sabrosas que otras. La de hacer un queso puro de cabra al vino tinto despierta toda mi curiosidad y si ademas merece una Denominación de Origen propia, entonces merece un lugar destacado en este blog.


Murcia, como reza su escudo, "Ensalza y ama lo antiguo y lo nuevo", una buena muestra de esto es la D.O.P. Queso de Murcia al vino. Del mejor queso puro de cabra y los selectos vinos autóctonos de la región, ademas del tradicional maridaje en plato y vaso el uno y el otro, cabe la posibilidad de una sorprendente maceración en la que el queso queda bañado del aroma, color y sabor de los caldos murcianos para dar lugar a un crisol único en su especie y de internacional reconocimiento y admiración.

Sobre el blanco marfil de la cremosa pasta, destaca el color tinto de la fina y aromática corteza que transmite olor y sabor a bodega y vino. Las piezas tras la elaboración se dejan sumergidas en los vinos de Bullas, Jumilla y Yecla durante no menos de 24 horas para dejar curar después entre 30 y 45 días.





Ahora la idea surge en forma de pregunta en mi interior: ¿lo acompaño de un vino blanco para contrastar el sabor o un tinto para potenciarlo?

Disfruta del vídeo que he seleccionado


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