miércoles, 25 de noviembre de 2015

Aceite de Baena - Tesoro cordobes

Quizás sea por medio de los olores y aromas como conseguimos más que nunca traer de nuevo viejas experiencias y recuerdos a nuestra memoria. La sutileza de los vapores sabe dejar su huella en los archivos de nuestros días con la misma facilidad con que es capaz de volver a retomarlos años después. La frase "este olor me recuerda..." ha llenado en ciento de ocasiones los ojos del alma con toda una cascada de antiguas vivencias que, atraídas por la fragancia, parecen revivir y estar a nuestro alrededor con la misma frescura e intensidad que cuando sucedieron.

Algo que probamos en unas vacaciones o durante un viaje, el perfume de esa persona tan cercana o simplemente volver a pasear por un mismo lugar, es suficiente para despertar la nostalgia de cosas que ni siquiera creíamos recordar.

Esta mañana, mientras preparaba mi almuerzo, tuve uno de esos potentes momentos en los que parece que de repente, como quien se quita un abrigo, veinte o veinticinco años parecen desvanecerse en el aire y durante unos segundos he quedado como el niño que fui, jugando y corriendo por las calles de mi pueblo.

Acababa de echar aceite de oliva en la sartén caliente para freír unas patatas cuando de repente, a través de mi nariz, un precioso recuerdo vino a tocar mis emociones: como en muchos pueblos de Andalucía, la almazara marca un centro de atención cada año durante la cosecha. En Aracena, mi pueblo, ésta se encontraba cerca de mi casa y crecí jugando por los alrededores. Ese olor tan intenso del fruto recién recolectado, el alpechín y el interior de la fábrica que cada año visitábamos de la mano de nuestros maestros, sin saberlo, lo llevo bien guardado en las estanterías de la memoria. El aceite de oliva, para los que hemos crecido cerca de los olivos, es mucho más que el mejor aceite del mundo.

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Córdoba, como crisol de culturas, ha sabido retener y potenciar los tesoros que durante siglos sus habitantes han ido guardando y perfeccionando. En el sureste de la provincia, las primeras lomas de la cordillera sub-bética se visten de líneas de interminables olivos que producen con orgullo el aceite virgen extra de la Denominación de Origen Baena.

Siguiendo la caprichosa ruta del río Guadajoz, los pueblos de Baena, Cabra, Castro del Río, Doña Mencía, Luqué, Nueva Carteya y Zuheros, producen y elaboran un aceite con una identidad propia, de aroma y sabor frutado intenso, con coloraciones desde el amarillo verdoso al dorado que se extraen de las variedades de aceitunas Picuda, Lechín, Jardúo, Pajarero, Hojiblanco y Picual.

La D.O., la más antigua de Andalucía, fue aprobada en 1987 y desde entonces hasta  hoy una veintena de almazaras están registradas y amparadas bajo el marco del Consejo Regulador que garantiza la máxima calidad de sus aceites y vela por mantener toda la tradición en los procesos sin renunciar a los avances modernos. Algunas de sus cifras más espectaculares son las 60.000 hectáreas de olivar y las 5.500 toneladas de aceite virgen extra producidas en las últimas campañas.



Una de las formas más originales y aromáticas que conozco para disfrutar de un buen aceite es en los bizcochos. Con ingredientes tan neutros como la harina, los huevos y el azúcar, el resultado de usar un virgen extra deja en la masa (y en la cocina) todo un aroma evocador y un sabor sencillo e intenso que son tesoros para guardar en el secreter de nuestra vida.




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